sábado, 20 de octubre de 2012

La coma

Julio Cortázar escribía: ‘La coma, esa puerta giratoria del pensamiento’
Ya sabéis la importancia de puntuar bien un escrito. Por si aún hay dudas, os dejo este cuento:
Érase una vez, en un país lejano, un emperador que por una extraña enfermedad, estaba apunto de morir en su castillo . Antes de expirar escribió su testamento, en el que ponía a quién iba dirigido. ¿Cuál era el problema? Que el emperador no sabía la existencia de las comas. Y, por eso, sus dos hijos, Juan y Pedro, el jardinero y la gente del pueblo, no sabían para quién era la herencia.
Carta del rey: Doy a mi hijo Juan la mitad del dinero jamás nunca darle a mi hijo Pedro la otra mitad no darle la paga al jardinero ni se os ocurra dar el dinero a la gente del pueblo.
Todos se quedaron confusos pues sin las comas, ¿cómo iban a saber para quién era la herencia? Cada uno lo leyó a su manera, pues todos querían tenerlo para ellos solos.
Como lo leyó Juan: Doy a mi hijo Juan la mitad del dinero, jamás nunca darle a mi hijo Pedro la otra mitad, no darle la paga al jardinero, ni se os ocurra dar el dinero a la gente del pueblo.
Así lo leyó Pedro: ¿Doy a mi hijo Juan la mitad del dinero? jamás nunca, darle a mi hijo Pedro la otra mitad, no darle la paga al jardinero, no se os ocurra dar el dinero a la gente del pueblo.
Como lo leyó el jardinero: ¿Doy a mi hijo Juan la mitad del dinero? jamás nunca, ¿darle a mi hijo Pedro la otra mitad? no, darle la paga al jardinero, ni se os ocurra dar el dinero a la gente del pueblo.
Y así lo leyó el pueblo: ¿Doy a mi hijo Juan la mitad del dinero? jamás nunca, ¿darle a mi hijo Pedro la otra mitad? no, ¿darle la paga al jardinero? ni se os ocurra, dar el dinero a la gente del pueblo.
Al final, nunca se supo a quién iba dirigida la herencia del emperador
Otro ejemplo: Lea y analice la siguiente frase:
‘Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda’.
 Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.
Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.
Conclusión: “ Las comas son importantes”

martes, 9 de octubre de 2012

Machado, siempre


Os remito a esta página de la universidad de Castilla La Mancha. Ahí encontraréis el catálogo de la exposición (pdf de 49 páginas) que ha tenido lugar por el centenario de la publicación de Campos de Castilla. Espero que os guste. La información está cuidada y aparece la gran influencia que ha tenido don Antonio en los poetas españoles. Muy interesante y entrañable. Como siempre Machado.
                                       
Y como resumen de su vida, este vídeo de Youtube , con su Retrato musicado por Serrat.

Añado el poema que vamos a comentar, La saeta 
,




                              ¿Quién me presta una escalera
                              para subir al madero,
                              para quitarle los clavos
                              a Jesús el Nazareno?
                                                      Saeta Popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

viernes, 5 de octubre de 2012

El tigre y la liebre

  
    Se cuenta de un joven que vivía en una gran decepción. Su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas: al parecer, ya a nadie le importaba nadie.

     Un día, dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto ver este hecho, que regresó al día siguiente para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.
    Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta. Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, pensó que no todo estaba perdido:
– “Si los animales son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas”, se dijo.
    Así que el joven decidió hacer un experimento… se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
     Siguió así durante todo el día siguiente… y el siguiente… y el siguiente… y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que antes y con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio. Sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandonado… su corazón estaba devastado y casi no sentía deseos de levantarse. Entonces, allí, en ese instante, le oyó. ¡Con qué claridad, qué hermoso! Era una voz, muy dentro de él, que decía:

– “Si quieres encontrarte con tu prójimo… si quieres sentir que todo ha valido la pena… si quieres seguir creyendo en la humanidad… deja de hacer de tigre y comienza a ser la liebre.”