viernes, 5 de octubre de 2012

El tigre y la liebre

  
    Se cuenta de un joven que vivía en una gran decepción. Su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas: al parecer, ya a nadie le importaba nadie.

     Un día, dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto ver este hecho, que regresó al día siguiente para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.
    Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta. Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, pensó que no todo estaba perdido:
– “Si los animales son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas”, se dijo.
    Así que el joven decidió hacer un experimento… se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
     Siguió así durante todo el día siguiente… y el siguiente… y el siguiente… y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que antes y con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio. Sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandonado… su corazón estaba devastado y casi no sentía deseos de levantarse. Entonces, allí, en ese instante, le oyó. ¡Con qué claridad, qué hermoso! Era una voz, muy dentro de él, que decía:

– “Si quieres encontrarte con tu prójimo… si quieres sentir que todo ha valido la pena… si quieres seguir creyendo en la humanidad… deja de hacer de tigre y comienza a ser la liebre.”

 

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